Barcelona Shemale Escort Review: Claudia Moura - Trio Bia Spencer y Claudia me dominan.
Autor: badmotor2008
El trío con el que más fantaseaba. Bia Spencer y Claudia Moura. Las dos brasileñas me habían cautivado por separado. Ahora deseaba verlas en equipo. Son buenas amigas, han trabajado juntas y la complicidad entre ellas estaba garantizada. Contacto con Bia una semana antes de mi escapada a tierras valencianas. Con su amabilidad habitual, me confirma que estará en su piso esos días. Buenas noticias. A punto de volar, contacto de nuevo para tantear posibles días. En ese momento, le pregunto por Claudia. Sé que han estado viajando juntas este año. A mitad de semana Claudia se vuelve a Mallorca. Mi excitación se dispara. Sin dudarlo, confirmo que nos veremos antes. Confieso mis ganas de estar con las dos.
Un día antes de la cita, marco su número y hablamos un rato. Su trato al teléfono es insuperable. Al final de la conversación, abordamos el tema de la inminente cita. Será nuestro quinto encuentro. Nos conocemos bien. Concretamos algunos detalles con total naturalidad. Como solemos hacer, más que decidir aquello que me gustaría que pasara, hablamos de actitud y roles. Prefiero que me sorprenda, sobre todo esta vez que estará acompañada. Lo encuentro más excitante así. Confío plenamente en ella y sabe bien lo que me gusta.
El ansiado encuentro tiene lugar el tercer martes de julio al final de la mañana. Me gusta ese momento del día. Una vez preparado -duchado, limpio y perfectamente depilado- confirmo que estoy en el coche y salgo hacia Valencia. Tengo una hora de viaje. Será la primera vez que esté en su piso. Hasta ahora, siempre nos hemos visto en Mallorca. Durante el trayecto, nervios y excitación invaden mi cuerpo. Según me acerco a mi destino, más. Aparco relativamente cerca de su casa. Entro a un bar y pido un botellín de agua para refrescarme. A la hora marcada, estoy en su portal.
Al llegar al rellano, la puerta semiabierta me invita a entrar. Tal y como esperaba, es Bia quien se esconde tras la puerta. Me recibe con su bella sonrisa y dos besos de bienvenida. La miro de arriba abajo. La encuentro espectacular. Vestido negro bien ceñido a sus curvas. Botas por encima de las rodillas, brillantes y también negras. Pelo suelto con ese flequillo tan sexy que lleva últimamente. Primera vez que la veo con ese look. Me gusta su extremo cuidado en los detalles. Perfectamente maquillada. Esta vez, ha elegido un tono pastel para sus sensuales labios. Mis ojos se van a sus femeninas manos. Manicura francesa impecable.
Me conduce a través del pasiilo hasta llegar al cuarto donde tendrá lugar la sesión. Una vez allí, me comenta que Claudia está terminando de arreglarse. Me ofrece bebida y la opción de pasar por el baño. Acepto ambas cosas. Botellín de agua fría y ducha rápida. Aunque he salido duchado de casa, es verano y hace un día caluroso. Me pasa una toalla limpia y me acompaña hasta el baño. Aunque antes de hacerlo, me enseña los juguetes que tiene en mente para nuestra sesión. Entre ellos, los accesorios rojos que vemos en sus últimas fotos. Collar, ball-gag, esposas. Me encanta lo que veo. Y Bia lo lee en mis ojos.
Tras la ducha, regreso al cuarto. Me encuentro a Bia con problemas con el tacón de una de sus botas. Hace tiempo que no se las pone. Me pide unos minutos para solucionarlo. Regresa con las botas negras con remaches que luce en su último book. Tacón altísimo. Con ellas, exhibe sus estilizadas piernas a través de las medias de rejilla, también negras. A petición suya, abono el servicio que habíamos acordado el día anterior. Abandona un momento la habitación. Aprovecho para fijarme en ella. Cuando estoy con Bia, toda mi atención es suya. Cama grande en el centro, persiana bajada, ventilador encendido y lámpara en el suelo. A su regreso, hablamos un rato. La conversación, fluída. Como si hablara con una amiga. Siempre ha sido así con Bia.
En ese momento, entra Claudia en el cuarto. Sonriente. Nos damos dos besos. La encuentro preciosa. Ella no me recuerda. Han pasado dos años y medio desde que nos conocimos en Mallorca. Por las razones que sean, no hemos repetido. Como si se hubieran puesto de acuerdo, me recibe también de negro. Lleva el vestido ajustado que luce en alguna foto reciente. El de la hebilla en el cuello que muestra la belleza de su escote. Su cuerpo roza la perfección. Ni un gramo de grasa. Pelo suelto. También maquillada, ha elegido la pasión del rojo en sus labios. Sus uñas pintadas en ese mismo color. Impactado con el espectacular bronceado que luce, repaso su cuerpo de arriba abajo también.
Tras una breve charla, Bia toma las riendas. “Ya está bien de hablar”… dice en plan autoritario. Me pone de rodillas en un lado de la cama. Ella se sienta frente a mí. Se baja el vestido y enseña sus tetas. Quiere que me las coma, cosa que hago encantado. “Tú eres mi esclavo y yo soy tu ama”…. me dice. “Serás obediente y harás todo lo que te digamos”… añade. Asiento con mi cabeza mientras lamo y chupo sus ricos pezones. Entre las dos, me quitan el bóxer, liberándome así de la presión causada por mi erección. Bia me agarra por las muñecas y lleva mis brazos a mi espalda. Quiere que le coma las tetas sin usar mis manos. Mientras lo hago, juega con sus dedos y mi depilado culo. Sonríe y me mira fijamente. “Así. Cómete bien mis tetas”… ordena.
A todo esto, siento que Claudia se sitúa tras de mí, acariciando mi entrepierna con sus manos. “Claudia… dilata bien su culo”… dice la rubia a su amiga. Disfruto sus ricas tetas con los dedos de Claudia trabajando mi culo. “Te vas a ir con el culo bien abierto. Ya verás”… suelta una Bia amenazante. En ese momento, intento masajear sus tetas y me suelta un bofetón. “¡He dicho que las manos atrás!”… añade en plan ama total. Obedezco. Sujeta mi cabeza con sus manos, me hace abrir la boca y escupe dentro. Saboreo y trago sus fluidos. Al ver la escena, Claudia lleva su bello rostro junto al mío. Escupe en mi cara varias veces. Ya están las dos en plan dominante.
Bia vuelve a escupir en mi boca. Seguidamente, me besa. Juega con su lengua en mi boca. La introduce y la saca como si de una polla se tratara. Ordena que me la coma con ganas. “Sé que tienes hambre de polla”… dice la rubia con su dedo indicando el camino. “Pónmela dura sin tocarme”… añade agarrándosela con sus manos. Hace tiempo que no la siento en mi boca. En reposo, sus dimensiones impresionan. Muy gruesa. En cuanto la meto en mi boca, siento como empieza a crecer. En cuestión de segundos, se convierte en aquello que tan bien recuerdo. Un auténtico pollón. Delicioso. Mis glándulas empiezan a hacerme salivar. La saca y se quita el tanga. Se gira y pone su impresionante trasero en mi cara. “Ahora me comerás el culo”… ordena.
Sé bien lo cachonda que se pone con esto. Empiezo por su entrepierna, lamiendo con devoción. Claudia pone sus manos en las nalgas de su amiga y las separa bien. Quiere facilitarme el trabajo. Localizo su agujero y empujo con la punta de mi lengua. Dilata y contrae su esfínter, permitiendo o impidiendo mi entrada en ella. Me encanta el sabor de su culo. Ella gime y se masturba. Se vuelve a girar y me ofrece más polla. “Como has sido buen chico, ahora podrás tocarla”… me dice. La sensación de tener su polla en mi mano es de lo más excitante. Siento su enorme poderío en cada uno de mis dedos. Mamo y masturbo con esmero. Mientras tanto, Claudia sigue follándome el culo con sus dedos.
Me incorporo y paso a comerle las tetas a Claudia. Recuerdo la hipersensibilidad de su pezón izquierdo. Le vuelve loca que se lo comas. Lo hago y pide más presión. Desea que se lo muerda. "Más fuerte"... pide la morena. Sus deseos son órdenes y decido estimulo con mis dientes su erecto pezón. Claudia gime profundamente y se masturba ante mí. La visión de su oscura polla en sus manos me pone muy cachondo. Polla dura y totalmente empalmada. Igual que Bia. Y lo mismo que yo. Morbo en el ambiente.
Concluyen los preliminares. “Ponte a cuatro patas en el borde de la cama”… ordena Bia. Lo hago. Todo indica que la rubia me abrirá el culo. Lo esperado. Antes de hacerlo, busca algunos juguetitos. Coloca dos pinzas en mis pezones. Siento dolor. Me quejo pero a ella le da igual. Rodea mi cuello con el collar de perro. Une mis tobillos usando unas correas de grilletes, de cuero rojo también. Finalmente, me coloca el ball-gag. Hace que muerda la bola roja y ajusta la correa por detrás de mi cuello. No había tenido una bola de estas taponando mi boca. Con ella uno se siente domado. No es incómoda pero provoca un babeo inmediato.
Amordazado y atado de pies, llega el momento de entregar mi culo. Se calza un condón y lubrica mi retaguardia. Se aproxima a mí y siento el calor de su cuerpo en mi culo. Tantea la entrada. Siento la punta de su misil alrededor de mi agujero. Presiona y no entra. Presiona más y entra un poco. Dolor. Sigue empujando y mi culo se abre. “La tienes toda dentro”… escucho ante la atenta mirada de su amiga. Suave bombeo para que mi culo se acostumbre a su diámetro. Cuando embiste del todo, siento pinchazos en mi interior. En cualquier caso, el ball-gag impide cualquier quejido. En el fondo, encuentro muy morboso verme así. El babeo es continuo. Empiezo a mojar las sábanas.
A todo esto, Claudia azota mi culo con un flog de tiras de cuero. “Baja un poco el culo”… pide Bia buscando un mejor acople. Cuando lo tiene, empieza a sacudir sin miramientos. Desaparece la sensación de dolor inicial. Embiste más fuerte y solo siento placer. “Claudia, ponte delante. Te comerá la polla mientras me lo follo”… suelta la rubia. Desajusta la correa de mi cuello y retira la bola de mi boca. Mi sensación de alivio es efímera. Claudia enseguida me hace tragar su gruesa polla. Doblemente empalado, me siento lleno de polla. Aunque Bia embista como si quisiera romperme, no puedo quejarme.
Al rato, Bia me da un respiro. Sale de mí. Escucho algún sonido. Tiene algo en sus manos pero no veo nada. Claudia me tiene amarrado a su pollón. Siento las manos de Bia en mis caderas. Vuelve a encularme. De repente, algo quema mi espalda. Es un dolor intenso que desaparece rápidamente. Bia no dice nada pero sé lo que está haciendo. Derrama cera caliente sobre mi piel. Recuerdo que lo hizo en nuestra primera sesión de dominación. Esas píldoras de dolor, lejos de molestar, intensifican el placer sobre mí. Me pone mucho verme sometido y un pelín maltratado. Bia sigue jugando conmigo. Coloca varias pinzas en mis pelotas y eso sí que hace daño. Sigue dándome a buen ritmo.
Sale y hace una breve pausa. “Date la vuelta y ponte cómodo”… dice Bia. A petición mía, retira las pinzas de mis huevos. El dolor era demasiado intenso. Coloca un cojín en mis lumbares, levanta mis piernas y me atraviesa con su pollón. En esta postura, la penetración es total.
Claudia se arrodilla en la cama y golpea mi cara con su polla. Abro la boca y me la enchufa. Vuelven a tenerme sometido. Tras un rato, se sienta en mi pecho mirando a su amiga. Tengo su impresionante trasero en mi cara. La postura es perfecta para comerle el culo. No dejo pasar la oportunidad y mi lengua se pone a trabajar. Me encanta la postura. Bia dándome caña mientras devoro el exquisito culo de Claudia.
Llega el turno de la morena. Las chicas intercambian posiciones. Bia acerca su pollón a mi cara y Claudia prepara su enculada. Condón y para dentro. “Ahora no puedes quejarte. La polla de Claudia no es como la mía”… dice Bia. Es cierto, no es un misil descomunal, pero es una buena polla. Gruesa en toda su longitud. Claudia levanta mis muslos y me la clava de golpe. Sacude con fuerza desde el primer momento. Su manera de follar es distinta. Movimientos secos y seguidos, golpeando sus caderas contra mi culo. Antes de poder quejarme, tengo el pollón de Bia en mi boca. Manoseo sus bonitos pechos. Pellizco sus pezones. Claudia sale de mí unos instantes. Enseguida vuelve a la carga con la misma fuerza. Agarra mi polla y me pajea mientras me folla. Me tienen bien cachondo.
Vuelve a sacarla, esta vez definitivamente. Tumbado boca arriba, ambas chicas vienen con sus pollas empalmadas. Las ponen en mi cara. Las cojo y las junto. Lamo y chupo. Una, otra, las dos a la vez. El deleite es total. Y las vistas, inmejorables. “Cómeme el culo”… ordena Bia. Se sienta en mi cara y me ofrece su rico manjar por segunda vez. Mi lengua trabaja su agujero mientras ella se masturba. Gime y sacude con fuerza su pollón. Se gira hacia mí y gime con más intensidad. Está claro lo que viene ahora. Apunta con su polla en mi cara y explota. Mi boca bien abierta recoge su descarga. Su lechada está caliente.
Me sorprende su elevada temperatura. Espesa y copiosa. Juego con ella dentro de mi boca. Saboreo y trago. Su leche es deliciosa. Bia convulsiona y sigue descargando. Recojo su preciado néctar. “Trágatela toda”… ordena mi ama. Obedezco y limpio su polla con mi lengua. Increíblemente, su empalme no baja.
Junto mi polla y la de Claudia. Las pajeo simultáneamente. La escena es muy morbosa. “¿Nos corremos los dos a la vez?”… propone Claudia. “No. Él que no acabe aún”… ordena Bia. La morena, polla en ristre, pone su herramienta en mi cara. Abro la boca y engullo. Pellizco sus pezones. “Cómele el culo. Y verás que caliente se pone”… dice la rubia. Claudia se sienta sobre mi cara para recibir mi beso negro. Meto la lengua en su agujerito y escucho sus gemidos. Cada vez más fuertes. Se gira hacia mí y dispara en mi cara. Abro bien la boca para capturar sus nuevos disparos.
La descarga de Claudia es también copiosa. Saboreo y trago. Su leche es distinta. Tiene un sabor fuerte. Intenso y salado. Después me dirá que se está hormonando. No sé si a ello responde su intenso sabor. En cualquier caso, me encanta su leche. Nuevos espasmos y más leche para mí. Trago y disfruto la agradable sensación de la mezcla de sabores. Es el primer trío que hago donde ambas chicas se corren. Además, las dos en mi boca.
Aunque podría parecer el final de la sesión, no es así. Bia tiene reservadas nuevas sorpresas. “Vamos al baño”… dice la rubia. “Arrodíllate. Eres mi perrito”… dice Claudia. Engancha la cadena a mi collar rojo y estira de ella, haciendo que me desplace de rodillas. La morena me conduce hasta el baño. Bia marca el paso y nosotros la seguimos. “Métete en la bañera. De rodillas”… ordena mi ama. Lo hago y ellas se quedan fuera. “Póntela dura. Y hazlo sin tocarnos”… añade entonces. Bia coge la alcachofa de la ducha y me pega una ducha fría. Cuando acaba, eleva su cuerpo sobre el mío y pone sus pies en ambos lados de la bañera. En un alarde de elasticidad, flexiona son rodillas y lleva su polla hasta mi cara. “Abre la boca”… me dice. La introduce y la envuelvo con mis labios.
De repente, siento su oro líquido. Saboreo y trago. El sabor es muy fuerte y muy salado. Hace una breve pausa y mea un poco más. Actúa así para asegurarse de que no desperdicio ni una gota de su lluvia. Lo consigue. La escena es observada por Claudia. Algo que me da muchísimo morbo. Bia se baja de la bañera y abandona el baño, dejándonos solos a Claudia y a mí. La morena se concentra. Quiere regalarme su lluvia, pero no llega. Sale un momento del baño y regresa para volver a intentarlo. No es posible. Le digo que no pasa nada y lo dejamos.
Me ducho y volvemos al cuarto. Bia está esperándonos. Me tumbo en la cama y las chicas se ponen cada una a un lado de mí. Acarician emi cuerpo entre las dos. Poco a poco, las caricias suben de tono. Bia busca mi polla con su boca. Lame, chupa, y acaba atrapándola con sus labios. Su mamada es de impresión. Mi respuesta es inmediata. Sin dejar de mamar, introduce sus dedos en mi culo. Me folla con ellos. Acaricio y beso las tetas de Claudia. Bia coge un consolador. Le pone un condón y lo mete en mi culo. En ese momento, lo enciende. Resulta que es un vibrador.
Empieza a jugar con él dentro de mí. Sus movimientos son una maravilla. Me pajeo mientras manoseo las sensibles tetas de Claudia. Lleva sus dedos hasta mis pezones y los retuerce. Pellizca con las puntas de sus finos dedos. Mi excitación se dispara. Poco a poco, elevo mi culo. Exploto en mi vientre con la imagen de ambas chicas estimulándome. El orgasmo es sensacional. Mi descarga no es tan densa como la de las chicas. Confieso que me ha pajeado antes de salir de casa. A veces lo hago. Tenía miedo de acabar demasiado pronto. Las chicas me pasan papel y ayudan a que me limpie.
Vuelvo a la ducha. Claudia me acompaña hasta el baño y se queda conmigo mientras me ducho. Hablamos un rato. Salgo y entra ella en la ducha. Regreso al cuarto y me quedo con Bia. Charlamos de manera distendida, como siempre. Ya duchada, entra Claudia en la habitación y se despide con dos besos. Le digo que esta vez no pasará tanto tiempo hasta que volvamos a vernos. Me quedo otro rato con Bia. Nos avisan de que la comida está lista. Me visto y me voy hacia el vestíbulo. Bia me acompaña a la puerta y me despide con un pico. Abandono su piso con una sonrisa de oreja a oreja. Excelente trío con las dos brasileñas.
El trío con el que más fantaseaba. Bia Spencer y Claudia Moura. Las dos brasileñas me habían cautivado por separado. Ahora deseaba verlas en equipo. Son buenas amigas, han trabajado juntas y la complicidad entre ellas estaba garantizada. Contacto con Bia una semana antes de mi escapada a tierras valencianas. Con su amabilidad habitual, me confirma que estará en su piso esos días. Buenas noticias. A punto de volar, contacto de nuevo para tantear posibles días. En ese momento, le pregunto por Claudia. Sé que han estado viajando juntas este año. A mitad de semana Claudia se vuelve a Mallorca. Mi excitación se dispara. Sin dudarlo, confirmo que nos veremos antes. Confieso mis ganas de estar con las dos.
Un día antes de la cita, marco su número y hablamos un rato. Su trato al teléfono es insuperable. Al final de la conversación, abordamos el tema de la inminente cita. Será nuestro quinto encuentro. Nos conocemos bien. Concretamos algunos detalles con total naturalidad. Como solemos hacer, más que decidir aquello que me gustaría que pasara, hablamos de actitud y roles. Prefiero que me sorprenda, sobre todo esta vez que estará acompañada. Lo encuentro más excitante así. Confío plenamente en ella y sabe bien lo que me gusta.
El ansiado encuentro tiene lugar el tercer martes de julio al final de la mañana. Me gusta ese momento del día. Una vez preparado -duchado, limpio y perfectamente depilado- confirmo que estoy en el coche y salgo hacia Valencia. Tengo una hora de viaje. Será la primera vez que esté en su piso. Hasta ahora, siempre nos hemos visto en Mallorca. Durante el trayecto, nervios y excitación invaden mi cuerpo. Según me acerco a mi destino, más. Aparco relativamente cerca de su casa. Entro a un bar y pido un botellín de agua para refrescarme. A la hora marcada, estoy en su portal.
Al llegar al rellano, la puerta semiabierta me invita a entrar. Tal y como esperaba, es Bia quien se esconde tras la puerta. Me recibe con su bella sonrisa y dos besos de bienvenida. La miro de arriba abajo. La encuentro espectacular. Vestido negro bien ceñido a sus curvas. Botas por encima de las rodillas, brillantes y también negras. Pelo suelto con ese flequillo tan sexy que lleva últimamente. Primera vez que la veo con ese look. Me gusta su extremo cuidado en los detalles. Perfectamente maquillada. Esta vez, ha elegido un tono pastel para sus sensuales labios. Mis ojos se van a sus femeninas manos. Manicura francesa impecable.
Me conduce a través del pasiilo hasta llegar al cuarto donde tendrá lugar la sesión. Una vez allí, me comenta que Claudia está terminando de arreglarse. Me ofrece bebida y la opción de pasar por el baño. Acepto ambas cosas. Botellín de agua fría y ducha rápida. Aunque he salido duchado de casa, es verano y hace un día caluroso. Me pasa una toalla limpia y me acompaña hasta el baño. Aunque antes de hacerlo, me enseña los juguetes que tiene en mente para nuestra sesión. Entre ellos, los accesorios rojos que vemos en sus últimas fotos. Collar, ball-gag, esposas. Me encanta lo que veo. Y Bia lo lee en mis ojos.
Tras la ducha, regreso al cuarto. Me encuentro a Bia con problemas con el tacón de una de sus botas. Hace tiempo que no se las pone. Me pide unos minutos para solucionarlo. Regresa con las botas negras con remaches que luce en su último book. Tacón altísimo. Con ellas, exhibe sus estilizadas piernas a través de las medias de rejilla, también negras. A petición suya, abono el servicio que habíamos acordado el día anterior. Abandona un momento la habitación. Aprovecho para fijarme en ella. Cuando estoy con Bia, toda mi atención es suya. Cama grande en el centro, persiana bajada, ventilador encendido y lámpara en el suelo. A su regreso, hablamos un rato. La conversación, fluída. Como si hablara con una amiga. Siempre ha sido así con Bia.
En ese momento, entra Claudia en el cuarto. Sonriente. Nos damos dos besos. La encuentro preciosa. Ella no me recuerda. Han pasado dos años y medio desde que nos conocimos en Mallorca. Por las razones que sean, no hemos repetido. Como si se hubieran puesto de acuerdo, me recibe también de negro. Lleva el vestido ajustado que luce en alguna foto reciente. El de la hebilla en el cuello que muestra la belleza de su escote. Su cuerpo roza la perfección. Ni un gramo de grasa. Pelo suelto. También maquillada, ha elegido la pasión del rojo en sus labios. Sus uñas pintadas en ese mismo color. Impactado con el espectacular bronceado que luce, repaso su cuerpo de arriba abajo también.
Tras una breve charla, Bia toma las riendas. “Ya está bien de hablar”… dice en plan autoritario. Me pone de rodillas en un lado de la cama. Ella se sienta frente a mí. Se baja el vestido y enseña sus tetas. Quiere que me las coma, cosa que hago encantado. “Tú eres mi esclavo y yo soy tu ama”…. me dice. “Serás obediente y harás todo lo que te digamos”… añade. Asiento con mi cabeza mientras lamo y chupo sus ricos pezones. Entre las dos, me quitan el bóxer, liberándome así de la presión causada por mi erección. Bia me agarra por las muñecas y lleva mis brazos a mi espalda. Quiere que le coma las tetas sin usar mis manos. Mientras lo hago, juega con sus dedos y mi depilado culo. Sonríe y me mira fijamente. “Así. Cómete bien mis tetas”… ordena.
A todo esto, siento que Claudia se sitúa tras de mí, acariciando mi entrepierna con sus manos. “Claudia… dilata bien su culo”… dice la rubia a su amiga. Disfruto sus ricas tetas con los dedos de Claudia trabajando mi culo. “Te vas a ir con el culo bien abierto. Ya verás”… suelta una Bia amenazante. En ese momento, intento masajear sus tetas y me suelta un bofetón. “¡He dicho que las manos atrás!”… añade en plan ama total. Obedezco. Sujeta mi cabeza con sus manos, me hace abrir la boca y escupe dentro. Saboreo y trago sus fluidos. Al ver la escena, Claudia lleva su bello rostro junto al mío. Escupe en mi cara varias veces. Ya están las dos en plan dominante.
Bia vuelve a escupir en mi boca. Seguidamente, me besa. Juega con su lengua en mi boca. La introduce y la saca como si de una polla se tratara. Ordena que me la coma con ganas. “Sé que tienes hambre de polla”… dice la rubia con su dedo indicando el camino. “Pónmela dura sin tocarme”… añade agarrándosela con sus manos. Hace tiempo que no la siento en mi boca. En reposo, sus dimensiones impresionan. Muy gruesa. En cuanto la meto en mi boca, siento como empieza a crecer. En cuestión de segundos, se convierte en aquello que tan bien recuerdo. Un auténtico pollón. Delicioso. Mis glándulas empiezan a hacerme salivar. La saca y se quita el tanga. Se gira y pone su impresionante trasero en mi cara. “Ahora me comerás el culo”… ordena.
Sé bien lo cachonda que se pone con esto. Empiezo por su entrepierna, lamiendo con devoción. Claudia pone sus manos en las nalgas de su amiga y las separa bien. Quiere facilitarme el trabajo. Localizo su agujero y empujo con la punta de mi lengua. Dilata y contrae su esfínter, permitiendo o impidiendo mi entrada en ella. Me encanta el sabor de su culo. Ella gime y se masturba. Se vuelve a girar y me ofrece más polla. “Como has sido buen chico, ahora podrás tocarla”… me dice. La sensación de tener su polla en mi mano es de lo más excitante. Siento su enorme poderío en cada uno de mis dedos. Mamo y masturbo con esmero. Mientras tanto, Claudia sigue follándome el culo con sus dedos.
Me incorporo y paso a comerle las tetas a Claudia. Recuerdo la hipersensibilidad de su pezón izquierdo. Le vuelve loca que se lo comas. Lo hago y pide más presión. Desea que se lo muerda. "Más fuerte"... pide la morena. Sus deseos son órdenes y decido estimulo con mis dientes su erecto pezón. Claudia gime profundamente y se masturba ante mí. La visión de su oscura polla en sus manos me pone muy cachondo. Polla dura y totalmente empalmada. Igual que Bia. Y lo mismo que yo. Morbo en el ambiente.
Concluyen los preliminares. “Ponte a cuatro patas en el borde de la cama”… ordena Bia. Lo hago. Todo indica que la rubia me abrirá el culo. Lo esperado. Antes de hacerlo, busca algunos juguetitos. Coloca dos pinzas en mis pezones. Siento dolor. Me quejo pero a ella le da igual. Rodea mi cuello con el collar de perro. Une mis tobillos usando unas correas de grilletes, de cuero rojo también. Finalmente, me coloca el ball-gag. Hace que muerda la bola roja y ajusta la correa por detrás de mi cuello. No había tenido una bola de estas taponando mi boca. Con ella uno se siente domado. No es incómoda pero provoca un babeo inmediato.
Amordazado y atado de pies, llega el momento de entregar mi culo. Se calza un condón y lubrica mi retaguardia. Se aproxima a mí y siento el calor de su cuerpo en mi culo. Tantea la entrada. Siento la punta de su misil alrededor de mi agujero. Presiona y no entra. Presiona más y entra un poco. Dolor. Sigue empujando y mi culo se abre. “La tienes toda dentro”… escucho ante la atenta mirada de su amiga. Suave bombeo para que mi culo se acostumbre a su diámetro. Cuando embiste del todo, siento pinchazos en mi interior. En cualquier caso, el ball-gag impide cualquier quejido. En el fondo, encuentro muy morboso verme así. El babeo es continuo. Empiezo a mojar las sábanas.
A todo esto, Claudia azota mi culo con un flog de tiras de cuero. “Baja un poco el culo”… pide Bia buscando un mejor acople. Cuando lo tiene, empieza a sacudir sin miramientos. Desaparece la sensación de dolor inicial. Embiste más fuerte y solo siento placer. “Claudia, ponte delante. Te comerá la polla mientras me lo follo”… suelta la rubia. Desajusta la correa de mi cuello y retira la bola de mi boca. Mi sensación de alivio es efímera. Claudia enseguida me hace tragar su gruesa polla. Doblemente empalado, me siento lleno de polla. Aunque Bia embista como si quisiera romperme, no puedo quejarme.
Al rato, Bia me da un respiro. Sale de mí. Escucho algún sonido. Tiene algo en sus manos pero no veo nada. Claudia me tiene amarrado a su pollón. Siento las manos de Bia en mis caderas. Vuelve a encularme. De repente, algo quema mi espalda. Es un dolor intenso que desaparece rápidamente. Bia no dice nada pero sé lo que está haciendo. Derrama cera caliente sobre mi piel. Recuerdo que lo hizo en nuestra primera sesión de dominación. Esas píldoras de dolor, lejos de molestar, intensifican el placer sobre mí. Me pone mucho verme sometido y un pelín maltratado. Bia sigue jugando conmigo. Coloca varias pinzas en mis pelotas y eso sí que hace daño. Sigue dándome a buen ritmo.
Sale y hace una breve pausa. “Date la vuelta y ponte cómodo”… dice Bia. A petición mía, retira las pinzas de mis huevos. El dolor era demasiado intenso. Coloca un cojín en mis lumbares, levanta mis piernas y me atraviesa con su pollón. En esta postura, la penetración es total.
Claudia se arrodilla en la cama y golpea mi cara con su polla. Abro la boca y me la enchufa. Vuelven a tenerme sometido. Tras un rato, se sienta en mi pecho mirando a su amiga. Tengo su impresionante trasero en mi cara. La postura es perfecta para comerle el culo. No dejo pasar la oportunidad y mi lengua se pone a trabajar. Me encanta la postura. Bia dándome caña mientras devoro el exquisito culo de Claudia.
Llega el turno de la morena. Las chicas intercambian posiciones. Bia acerca su pollón a mi cara y Claudia prepara su enculada. Condón y para dentro. “Ahora no puedes quejarte. La polla de Claudia no es como la mía”… dice Bia. Es cierto, no es un misil descomunal, pero es una buena polla. Gruesa en toda su longitud. Claudia levanta mis muslos y me la clava de golpe. Sacude con fuerza desde el primer momento. Su manera de follar es distinta. Movimientos secos y seguidos, golpeando sus caderas contra mi culo. Antes de poder quejarme, tengo el pollón de Bia en mi boca. Manoseo sus bonitos pechos. Pellizco sus pezones. Claudia sale de mí unos instantes. Enseguida vuelve a la carga con la misma fuerza. Agarra mi polla y me pajea mientras me folla. Me tienen bien cachondo.
Vuelve a sacarla, esta vez definitivamente. Tumbado boca arriba, ambas chicas vienen con sus pollas empalmadas. Las ponen en mi cara. Las cojo y las junto. Lamo y chupo. Una, otra, las dos a la vez. El deleite es total. Y las vistas, inmejorables. “Cómeme el culo”… ordena Bia. Se sienta en mi cara y me ofrece su rico manjar por segunda vez. Mi lengua trabaja su agujero mientras ella se masturba. Gime y sacude con fuerza su pollón. Se gira hacia mí y gime con más intensidad. Está claro lo que viene ahora. Apunta con su polla en mi cara y explota. Mi boca bien abierta recoge su descarga. Su lechada está caliente.
Me sorprende su elevada temperatura. Espesa y copiosa. Juego con ella dentro de mi boca. Saboreo y trago. Su leche es deliciosa. Bia convulsiona y sigue descargando. Recojo su preciado néctar. “Trágatela toda”… ordena mi ama. Obedezco y limpio su polla con mi lengua. Increíblemente, su empalme no baja.
Junto mi polla y la de Claudia. Las pajeo simultáneamente. La escena es muy morbosa. “¿Nos corremos los dos a la vez?”… propone Claudia. “No. Él que no acabe aún”… ordena Bia. La morena, polla en ristre, pone su herramienta en mi cara. Abro la boca y engullo. Pellizco sus pezones. “Cómele el culo. Y verás que caliente se pone”… dice la rubia. Claudia se sienta sobre mi cara para recibir mi beso negro. Meto la lengua en su agujerito y escucho sus gemidos. Cada vez más fuertes. Se gira hacia mí y dispara en mi cara. Abro bien la boca para capturar sus nuevos disparos.
La descarga de Claudia es también copiosa. Saboreo y trago. Su leche es distinta. Tiene un sabor fuerte. Intenso y salado. Después me dirá que se está hormonando. No sé si a ello responde su intenso sabor. En cualquier caso, me encanta su leche. Nuevos espasmos y más leche para mí. Trago y disfruto la agradable sensación de la mezcla de sabores. Es el primer trío que hago donde ambas chicas se corren. Además, las dos en mi boca.
Aunque podría parecer el final de la sesión, no es así. Bia tiene reservadas nuevas sorpresas. “Vamos al baño”… dice la rubia. “Arrodíllate. Eres mi perrito”… dice Claudia. Engancha la cadena a mi collar rojo y estira de ella, haciendo que me desplace de rodillas. La morena me conduce hasta el baño. Bia marca el paso y nosotros la seguimos. “Métete en la bañera. De rodillas”… ordena mi ama. Lo hago y ellas se quedan fuera. “Póntela dura. Y hazlo sin tocarnos”… añade entonces. Bia coge la alcachofa de la ducha y me pega una ducha fría. Cuando acaba, eleva su cuerpo sobre el mío y pone sus pies en ambos lados de la bañera. En un alarde de elasticidad, flexiona son rodillas y lleva su polla hasta mi cara. “Abre la boca”… me dice. La introduce y la envuelvo con mis labios.
De repente, siento su oro líquido. Saboreo y trago. El sabor es muy fuerte y muy salado. Hace una breve pausa y mea un poco más. Actúa así para asegurarse de que no desperdicio ni una gota de su lluvia. Lo consigue. La escena es observada por Claudia. Algo que me da muchísimo morbo. Bia se baja de la bañera y abandona el baño, dejándonos solos a Claudia y a mí. La morena se concentra. Quiere regalarme su lluvia, pero no llega. Sale un momento del baño y regresa para volver a intentarlo. No es posible. Le digo que no pasa nada y lo dejamos.
Me ducho y volvemos al cuarto. Bia está esperándonos. Me tumbo en la cama y las chicas se ponen cada una a un lado de mí. Acarician emi cuerpo entre las dos. Poco a poco, las caricias suben de tono. Bia busca mi polla con su boca. Lame, chupa, y acaba atrapándola con sus labios. Su mamada es de impresión. Mi respuesta es inmediata. Sin dejar de mamar, introduce sus dedos en mi culo. Me folla con ellos. Acaricio y beso las tetas de Claudia. Bia coge un consolador. Le pone un condón y lo mete en mi culo. En ese momento, lo enciende. Resulta que es un vibrador.
Empieza a jugar con él dentro de mí. Sus movimientos son una maravilla. Me pajeo mientras manoseo las sensibles tetas de Claudia. Lleva sus dedos hasta mis pezones y los retuerce. Pellizca con las puntas de sus finos dedos. Mi excitación se dispara. Poco a poco, elevo mi culo. Exploto en mi vientre con la imagen de ambas chicas estimulándome. El orgasmo es sensacional. Mi descarga no es tan densa como la de las chicas. Confieso que me ha pajeado antes de salir de casa. A veces lo hago. Tenía miedo de acabar demasiado pronto. Las chicas me pasan papel y ayudan a que me limpie.
Vuelvo a la ducha. Claudia me acompaña hasta el baño y se queda conmigo mientras me ducho. Hablamos un rato. Salgo y entra ella en la ducha. Regreso al cuarto y me quedo con Bia. Charlamos de manera distendida, como siempre. Ya duchada, entra Claudia en la habitación y se despide con dos besos. Le digo que esta vez no pasará tanto tiempo hasta que volvamos a vernos. Me quedo otro rato con Bia. Nos avisan de que la comida está lista. Me visto y me voy hacia el vestíbulo. Bia me acompaña a la puerta y me despide con un pico. Abandono su piso con una sonrisa de oreja a oreja. Excelente trío con las dos brasileñas.
Added on November 09, 2017 at 12:00 am